El otro día, una de vosotras me hacía esta pregunta por redes. Ahora desarrollaré lo que quiero decir, pero la respuesta rápida es: con escucha y anticipación.
Y es que, como psicoterapeuta, ni puedo ni debo meterme en respuestas que tengan que ver con alimentación, por ejemplo, o ejercicio o suplementación, o hacerse determinadas pruebas, o propuestas más holísticas. Para eso ya existen otras y otros profesionales especializados en esos campos y que saben mucho más que yo.
Mi respuesta va en la línea del cuerpo como ente psico emocional; es decir, que el cuerpo alberga nuestras emociones: las digeridas y especialmente, las que se han quedado más atascadas. Y claro, algo que está atascado, no permite ni la libre circulación, ni el avance de lo que sea que tenga que avanzar.
Cuando tú y tu pareja (o tú sin pareja o con pareja mujer que vas a una clínica y no consigues quedarte embarazada) decides que quieres ser mamá (y papá), que ha llegado el momento, empiezas a mover una energía en tu cuerpo para activarte y dirigirte hacia esa meta.
Te energetizas cuando tienes sexo con tu pareja porque queréis ser padres, cuando tomas (tomáis) la decisión de ir a la clínica para empezar a mover esa ilusión, cuando haces cambios en tu casa, cuando te compras un libro sobre maternidad, cuando te/os visualizas en un futuro familiar, cuando modificas hábitos para estar más saludable para la concepción, cuando se lo compartes a una amiga, etc. etc. etc. Lo que sea para cada una.
Cuando pasado el tiempo, hace acto de aparición la infertilidad, en la forma que cobre para ti, toda esa energía que habías empezado a mover queda sin rumbo, queda atascada y bloqueada en tu cuerpo. Se crea una coraza bajo la cual han quedado escondidas todas esas emociones que habías empezado a mover.
Contracturas, dolores, tensiones, una tristeza de fondo constante, incomodidades de las que muchas veces ni somos conscientes.
De ahí mi primera sugerencia:
Escuchar al cuerpo.
¿Y cómo se hace eso? Pues en primer lugar, parándolo todo. Respirando y dirigiendo la mirada de fuera hacia dentro. Observando qué me está diciendo mi cuerpo de forma a veces sutil pero presente. Porque el cuerpo SIEMPRE te está hablando.
En esta tarea yo te tiendo la mano si tú quieres en mi perfil de Instagram donde cada semana guío un centramiento con diferentes propuestas para conseguir esta comunicación más íntima con tu cuerpo.
Anticípale lo que le va a ocurrir
Una vez has escuchado tú a tu cuerpo, ahora es tu turno en este diálogo. Háblale tú.
Dile todo lo que le va a ocurrir; dile con mucho amor que esta noche le toca un pinchacito o que mañana hay eco y le describes paso a paso todo lo que va a vivir: primero te subirás a la camilla, luego van a introducirte el ecógrafo y se va a proyectar nuestro útero en la pantalla, después…
Tenlo en cuenta, prepáralo para que cada uno de los múltiples pasos de todo este proceso no sea algo invasivo o inesperado que tenga que ir almacenando en forma de tensión.
El cuerpo es nuestro vehículo, el lugar en el que tu hija o hijo debe anidar, crecer, salir al mundo, nutrirse… Se merece todo nuestro respeto y el mayor de los tratos dignos.
Abrázalo, y si quieres yo puedo acompañarte en este proceso.
Mucha paz en tu camino.